El vals, como pieza de baile, se puso de moda en Viena -dejando de lado orígenes más remotos- en la década de 1780, extendiéndose hacia otros paises en los años siguientes. Es el único baile de salón de esta época que se ejecuta en un 3/4: tres tiempos y tres pasos de igual duración; la cabeza erguida, la espalda recta; el brazo derecho del hombre está sobre el omóplato izquierdo de la mujer; el izquierdo del hombre y el derecho de la mujer permanecen extendidos, con las manos enlazadas - y ella apoya su brazo ligeramente sobre el suyo-. Más o menos.
Existe una distinción entre el vals vienés y el llamado vals inglés: el primero es más rápido - 60 negras x minuto- y el inglés sensiblemente más lento - 30 negras x minuto-
Ilustración de un manual del maestro de baile Thomas Wilson (An analysis of country dancing)
La introducción del vals en la sociedad inglesa -en la que nos centraremos- a principios del siglo XIX supuso un gran escándalo. Nunca antes un hombre y una mujer habían bailado en público con tanta proximidad física, es decir, casi dándose un abrazo. Se consideró inmoral, desenfrenado e indecente - según el Oxford Dictionary en 1815 -y hasta Lord Byron le dedicó un poema satírico. Aún así, el entusiasmo por el vals es la mayor revolución, en cuanto a baile se refiere, de toda la centuria.
Pareja bailando el vals
No queda claro quien fue el responsable de esta introducción del vals en las Islas Británicas, pero sí que este hecho ocurrió en Almack's: o bien fue la Condesa de Lieven la primera en bailarlo en 1813, o el zar Alexandre en 1814, cuando visitó Inglaterra. En cuanto a Almack's - que aparece mucho en las novelas de Georgette Heyer- , era un club londinense fundado en 1765 y uno de los primeros en admitir miembros de ambos sexos. Disfruta de su época de mayor popularidad durante el periodo de la Regencia -cuando se introduce el vals-; por entonces está gobernado por un selecto comité que reunía seis o siete de las damas más influyentes de la alta sociedad londinense, a las que se llamaba 'patrocinadoras'. Estas 'patrocinadoras' se encargaban, entre otras cosas, de decidir si las jóvenes damas podían o no bailar el vals en las reuniones del club, permiso que no siempre era concedido: se le otrogaba solo a las señoritas de reputación intachable, y en ningún caso a las debutantes.
Asamblea de valseantes
La moda en los salones de baile, en la primera mitad del siglo XIX
A partir de 1816, el vals comienza a verse con otros ojos, ya el que el príncipe Regente lo ejecuta en un baile de Estado. No cesarán, a lo largo de toda la era victoriana, las voces de sus detractores: girar abrazados sin rumbo fijo produce una sensación de euforia que -se llegó a decir- resulta muy poco saludable, sobretodo para las damas.
4 comentarios:
Gracias por la información sobre el vals. Me hace mucha gracia esa figura con los brazos en alto que utilizan para girar, porque es muy incómoda!
Ayer veía "Return to Cranford" y ofrece un claro ejemplo de reticencia al vals. Por supuesto, me acordé de vosotros.
A punto estoy de verla (Return to cranford) Un saludo, Samedimanche
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