viernes, 17 de agosto de 2012

"El mapa del cielo" de Félix J. Palma


El mapa del cielo, de Félix J. Palma, es la formidable continuación de El mapa del tiempo, novela que fue Premio Ateneo de Sevilla en 2008. Muchos de los elogios que le dedicamos en este blog a la primera nos van a servir para hablar de la segunda. Aunque es cierto que pueden leerse de manera independiente —gracias la habilidad del autor para narrar acontecimientos anteriores sin desvelar ningún secreto— personalmente recomiendo leer ambas en el orden adecuado. Si es que ese orden existe, claro: al fin y al cabo, por mucho que digan los poetas, el tiempo no es un río que fluye por su cauce hasta el mar (que tal vez tampoco sea el morir; aquí nada es lo que parece). Que se lo digan, si no, a H.G. Wells.


De nuevo, el conocido escritor de ciencia ficción va interpretar el papel protagonista de esta historia – junto con algún otro autor de nuestros favoritos, cuyo nombre no debemos revelar aquí—. Pero si El mapa del tiempo estaba trazado con las coordenadas de La máquina del tiempo, esta vez será La guerra de los mundos el eje que haga girar el entramado de esta novela que lleva en sus páginas mucha más acción, y aventura trepidante, e incluso terror: un terror auténtico cargado de desolación y de desdicha; ese miedo que rememoras en imágenes justo cuando cierras los ojos, antes de dormir, y que sigue ahí cuando vuelves a abrirlos y todavía no se ha hecho de día. No hay que desanimarse, sin embargo, porque el amor está presente en casi todas las páginas: viejos amores y nuevos amores, apasionados y tibios, todos verdaderos, listos para significar al ser humano frente a la terrible invasión alienígena que va a sufrir el planeta (¿provocada acaso para conquistar el corazón de una dama altiva? ¡Solo podréis descubrirlo si os adentráis en sus páginas!).

Regresa, también, el buen hacer narrativo del autor y su precioso lenguaje: la trama nos atrapa en sus hilos, nos engaña, nos deja pistas como miguitas de pan en un párrafo y en otro. Uno puede ver, aquí y allá, destellos de los libros que ama; quizás también otras referencias que no son literarias: no puedo evitar pensar en el mítico Doctor Who, o en la serie de la HBO Fringe —pero no entraré en detalles, no sea que revele datos que puedan arruinar alguna sorpresa—.

Quizás el final, igual que ocurre en El mapa del tiempo, se extienda demasiado: una vez alcanzada la comprensión, el clímax de la aventura, volver al tono reposado y reflexivo tiene ese efecto de saber que la fiesta ha terminado aunque sigamos oyendo la música. Y sin embargo, en El mapa del cielo hay que llegar a la última escena. Es imprescindible. Solo así comprenderemos el sentido último de toda la historia, la finalidad de cada una de las vicisitudes que hemos sufrido y compartido; qué es lo único que importa más allá del tiempo, del espacio, de todos los mapas. Os arrancará una sonrisa —o, como en mi caso, más de una lágrima— y el largo viaje habrá valido la pena.

Aviso a navegantes: ¡Leed a H.G Wells si aún no lo habéis hecho! Garantizo que el libro se disfruta el doble.