viernes, 4 de septiembre de 2015

Mr. Holmes, entre la elegancia y el genio



A pesar del «boom» holmesiano que vivimos estos últimos años, Mr. Holmes (basada en la novela de Mitch Cullin A Slight trick of theMind), ha pasado por las carteleras de nuestros cines un poco sin pena ni gloria. Y eso que la premisa es muy interesante: presenta a un detective anciano, interpretado por Ian McKellen, que lleva retirado del mundo y de la investigación 35 años, y que ahora debe enfrentarse a su propio deterioro físico y mental. ¿Cómo sobrellevar la soledad sin la compañía de su poderoso intelecto? Si apenas recuerda su último y fallido caso; sabe que debió hacer algo muy mal, pues la angustia, la culpa y el remordimiento sí están siempre presentes.


Bill Condom (que ya dirigió a McKellen en la estupenda «Dioses y monstruos») y Jeffrey Hatcher nos ofrecen una película correcta, articulando bien los tres momentos en que se divide la historia: el presente de Holmes, que vive en la costa con una ama de llaves y su hijo pequeño, un reciente viaje a Japón y retazos de su último y olvidado caso. Es un engranaje eficiente, lento pero seguro, con esa factura elegante típica de la BBC. Quizás no estamos ante un guion magistral, ni una puesta en escena brillante, pero la trama capta todo el tiempo nuestro interés; los personajes secundarios, algo desdibujados, están siempre donde deben; incluso el niño (repelente), que presagiaba alguna escena almibarada, ejerce de motor de la historia y lleva a buen puerto su relación con Holmes, convirtiéndose en uno de los aciertos de la película.


Pero por encima de todo, está el trabajo de Ian McKellen. Si la cinta explora en varias ocasiones la oposición entre el mito (el Holmes de los relatos) y la realidad (quién ha sido y quien es, el detective), el actor consigue ser, a la vez, ambos: es el héroe que resuelve todos los misterios y también el hombre solitario, enfrentado a su propia decadencia. Con su interpretación, sutil y riquísima en matices, toma la esencia del detective de Conan Doyle y la humaniza, la hace evolucionar y enfrentarse con éxito a su último reto. El Sherlock Holmes que construye Ian McKellen escapa de la película, es más grande que ella: del mismo modo que Sherlock Holmes va más allá de su creador, y escapa de los libros haciéndose infinito.

P.S: Atentos a la escena en la que Mr. Holmes va al cine: hay un cameo muy interesante.