Ese es el título, en español, de la estupenda novela de fantasmas 'The turn of the screw', de Henry James. Es una historia ambigua, engañosa, y por lo tanto, doblemente inquietante: una institutriz es contratada para cuidar a dos niños en una casa solariega victoriana. Al principio los niños son encantadores, pero poco a poco la situación se complica: parecen estar influenciados por algo o alguien ajeno a su inocencia infantil. Así, la institutriz acaba descubriendo que en un pasado reciente, su predecesora y el ayudante de cámara del señor, iniciaron una relación ilícita que acabó con la muerte de ambos; de ahí pasa a sospechar que lo que realmente ocurre es que los niños son capaces de ver las almas de estos desdichados, y que corren un grave peligro. En su celo por ayudar a sus pupilos, acabará ella también viendo a ambos fantasmas...
Como he adelantado, la historia es ambigua: contada en primera persona por la propia institutriz -salvo un pequeño capítulo a modo de introducción- nuestra visión de la trama se ve rápidamente mediatizada por su propia interpretación de los hechos. Pero llegado un punto bastante avanzado de la novela podemos preguntarnos ¿ existen verdaderamente esos fantasmas? Parece ser que sí, porque ella- la institutriz, tiene una visión de ellos antes de que le sean descritos, pero ¿cómo podemos estar seguros de que eso es cierto, si solo podemos acceder a su propio punto de vista?
Luego tenemos, claro está, la maestría narrativa de Henry James, en la que es probablemente su novela más sencilla. La creación del personaje principal es impecable: es tan fácil llegar a creerla, llegar a creer en los fantasmas, empatizar con la inquietud que la invade, a propósito del peligro mortal que corren los niños. Nos dejamos engañar gustosos, y cuando la posibilidad de estar equivocados aparece por primera vez, se convierte en lo verdaderamente terrorífico del relato: lo que da miedo son los vivos, no los muertos.
En esta traducción de Anaya a cargo de Ana Isabel Conejo, se incluye un epílogo que ratifica la idea de que los fantasmas no existen...
Las adaptaciones cinematográficas han sido numerosas y variadas, pero entre ellas cabe destacar, sin duda, la versión de 1961 'The Innocents', dirigida por Jack Clayton e interpretada por una magnífica Deborah Kerr. Es la única versión, de las que conozco, que es capaz de transmitir en parte el desasosiego que produce la novela al incluir el tema de la doble interpretación de la realidad; aunque solo en parte, pues es un recurso demasiado literario como para poder plasmarlo en la pantalla. Aquí dejo algunas escenas de la película:
También está bastante lograda la versión de 1999, dirigida por Ben Bolt y protagonizada por Jodhi May (habitual de algunas series de la BBC), que cuenta con el aliciente de Colin Firth interpretando al señor de Bly. Aunque en este caso, la ambigüedad desaparece por completo y casi tenemos la certeza de que los fantasmas solo se encuentran en la mente de la institutriz; casi, como digo, porque siguen existiendo datos que hacen posible la interpretación contraria.
P.S. El club de lectura 'La Sarén Littéraire', tal como dice Samedimanche en su comentario, dedica muchas líneas a esta obra
2 comentarios:
¿Coincidencia? Mírate lasartenlitteraire.blogspot.com.
Mis amigos del club de lectura y yo llevamos un mes dedicados a la turca...
O casualidad mágica ^_* Por cierto, un blog muy interesante, el de vuestro club de lectura.
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