sábado, 6 de diciembre de 2008

"Casa Desolada", Charles Dickens

Como se acercan las fiestas navideñas, había pensado reseñar “Cuento de Navidad”, de Charles Dickens, una novela corta con fantasmas, un avaro y final feliz, que todos conocemos sobradamente, bien sea por las adaptaciones cinematográficas o por su lectura. Pero como seguramente emitirán  alguna de sus 10.000 versiones - incluídas las de animación; creo que hay una con el pato Donald y tío Gilito- a finales de diciembre, reseñaremos otra obra de Dickens: “Casa Desolada”.

“Casa Desolada” (“Bleak House”) se publicó por entregas entre 1852 y 1853, y está considerada una de su mejores y más completas novelas  . El argumento se desarrolla en torno a un polémico juicio, Jardyce contra Jardyce, que se prolonga a lo largo de los años arruinando la herencia motivo del litigio y pasando de padres a hijos sin que exista un veridicto. La trama arranca en el momento en que el personaje principal, Esther Summerson, una muchacha huérfana que desconoce sus orígenes, se traslada como acompañante de de otros dos huérfanos, Ada y Richard, a casa del bondadoso señor Jardyce.  Todos ellos están relacionados de un modo u otro con el desdichado pleito, y no podrán impedir que influya en sus vidas –desde el principio de la novela, la Cancillería planea como un designio oscuro sobre la vida de los protagonistas y se cuenta como desde los inicios el juicio ha corrompido a todo aquel que se ha visto involucrado en él-

Hay que decir que “Casa Desolada es, básicamente, un folletín, y de los más lacrimógenos; pero eso sí, un folletín magistral. A lo largo de sus más de 1.000 páginas ocurre prácticamente de todo: amores melodramáticos, aventura, crimen, suicidio, secretos familiares que salen a la luz, bodas, funerales etc. La ironía y el humor, desde luego, están presentes, pero quizás lo más destacable de la obra sea su fuerte crítica a la hipocresía de la sociedad, bien sea a través del absurdo jucio y del Tribunal de Cancillería como por medio de su personificación –el señor Skimpole, la familia Smallweed, la señora Jellyby etc-. Los personajes son inumerables y variopintos, pero todos ellos sin excepción están debidamente perfilados y la mayoría, hasta los secundarios –y quizás sobretodo estos, que en Dickens suelen ser excepcionales- poseen riqueza, complejidad e incluso evolucionan con los acontecimientos –por ejemplo, el detective Bucket, sir Leicester Dedlock, o mi favorita, Caddy Jellyby-. Pero lo que realmente encuentro soberbio es el desarrollo mismo de la trama: a pesar de que combina multitud de historias a la vez, que crea subtramas muy complejas que deberán confluir en la resolución final -como toda buena novela de misterio- que los intereses e inquietudes de los personajes son múltiples y dispares, la acción avanza con agilidad y sin perder el interés, los diálogos son ricos y las descripciones en algunos momentos llegan a ser casi cinematográficas. La narración en primera persona, detallada e intimista de Esther Summerson –que a pesar de ser la protagonista llega a resultar insufrible (al menos para mí)- se combina hábilmente con otros capítulos en los que toma la palabra un narrador omnisciente y que corresponden tanto a los momentos de mayor comicidad y ironía como a los más dramáticos.

Para terminar, secundaré humildemente  la recomendación de Nabokov: Todo lo que tenéis que hacer al leer "Casa desolada" es relajaros y dejar que sea vuestra espina dorsal la que domine.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabo de leerla y coincido contigo en la opinión general. A veces el ritmo es lento por la las descripciones tan minuciosas del entorno y aunque algunos personajes son tun tano inverosímiles por lo extremos de su comportamiento confiando en el buen criterio de Dickens tal vez él sí los conoció.

Sandra Valentín dijo...

Publicada por primera vez durante 1852-1853 en entregas en periódicos como Master Humphrey 's Clock o Household Words, ésta es la novena novela de Dickens. Se trata de una obra poco conocida por el gran público, escrita por un Dickens maduro intelectualmente con un compromiso social muy grande.

Como este año se celebra el bicentenario del nacimiento del autor, aproveché la ocasión para leer por primera vez una obra de él. Como ya sabéis, mi reto anual personal es una obra en inglés y un clásico de la literatura universal (este año ya lo había conseguido leyendo Fantastic Mr.. Fox y La novela de Genji) pero de todos modos me atreví con esta novela. ¿Qué me ha parecido? Que con una cuarta parte de las páginas (son más de 1000!) ya había más que suficiente. La acción es muy, muy, muy lenta (de hecho, no pasa absolutamente nada hasta el final) y hay tal cantidad de personajes secundarios que es imposible no perderte. Lo siento mucho por incondicionales de Dickens, pero yo la he encontrado agotadora. Estoy, sin embargo, muy orgullosa de mí misma por no haber abandonado su lectura porque os juro que ya me lo planteé desde las primeras cien páginas.

Sólo recomendable para los incondicionales del autor y de este tipo de novelas. Yo, la verdad, prefiero una lectura que me divierta, me relaje y me haga olvidar durante un rato los problemas del día a día. ¡Me muero por empezar hoy mismo una novela más ligera! Ji, ji, ji.

¡Buenas vacaciones a todos!