
miércoles, 31 de diciembre de 2008
viernes, 26 de diciembre de 2008
Dos enamorados, un loco

Que la plata de la lluvia no cubra el oro de los días; cuando los ojos se encuentran nace el amor, arcano invisible, luna del sueño, sol de los días inevitables...
It turns, the wheel of the Destiny; turning and turning and he comes, without figure or number, with the mouth full of shadows: The Fool
That the silver of the rain does’nt cover the gold of days; when the eyes is crossing the love is born, invisible Arcana, moon of dreams, sun of the inevitable days…
martes, 23 de diciembre de 2008
lunes, 15 de diciembre de 2008
Navidades victorianas


miércoles, 10 de diciembre de 2008
James McNeill Whistler
El primero de ellos –a sugerencia de David Belmonte, puesto que es una de sus fuentes de referencia para trabajar en este cómic- es el pintor estadounidense James McNeill Whistler (Lowell-Massachusetts, 1834- Londres, 1903) quien a pesar de ser norteamericano, paso casi toda su vida en Francia e Inglaterra. Si queréis saber más sobre su biografia, aquí están los enlaces a la Wikipedia (en inglés muchísimo más extensa que en español):
James McNeill Whistler-Wikipedia Español
James McNeill Whistler-Wikipedia Inglés
Una de las anécdotas más destacadas de la vida de Whistler, y que le define muy bien como artista, es el pleito (juicio incluído) que lo enfrentó a otra gran personalidad de la época, el crítico de arte y escritos John Ruskin. Ruskin, un tradicionalista, acusó a Whistler de presentar en una galería de Londres “cuadros sin terminar” en los cuales faltaba la composición y el detalle, y de sobrecargarlos por “hacer volar un pote de pintura” contra sus telas (cito textualmente). Ruskin era defensor de la pintura prerrafaelista y sus derivados, completamente opuesta a Whistler. El juicio giró en torno al hecho de determinar si un artista tiene derecho a pintar las cosas tal como las ve; Whistler ganó el litigio, pero igualmente tuvo malas consecuencias para ambos (ya lo decíamos al comentar “Casa Desolada”...)

Este es el cuadro objeto de litigio: ”Nocturne in Black and Gold: The Falling Rocket
Whistler también fue muy amigo de Oscar Wilde (el escritor le conoció cuando era muy joven, y trabarían una amistad que acabaría en ataques mutuos) quien, al sentirse fascinado por la obra del pintor, se inspiró en él y en su trabajo para la creación de “El retrato de Dorian Gray”. Los retratos de Whistler son de una gran evocación; no parece que reflejen sólo el aspecto de la persona, sino también –y mucho más- su espíritu. Se puede ver en las siguientes imágenes:


También Whistler realizó magníficos paisajes partiendo del Londres cercano al Támesis.
sábado, 6 de diciembre de 2008
"Casa Desolada", Charles Dickens

Como se acercan las fiestas navideñas, había pensado reseñar “Cuento de Navidad”, de Charles Dickens, una novela corta con fantasmas, un avaro y final feliz, que todos conocemos sobradamente, bien sea por las adaptaciones cinematográficas o por su lectura. Pero como seguramente emitirán alguna de sus 10.000 versiones - incluídas las de animación; creo que hay una con el pato Donald y tío Gilito- a finales de diciembre, reseñaremos otra obra de Dickens: “Casa Desolada”.
“Casa Desolada” (“Bleak House”) se publicó por entregas entre 1852 y 1853, y está considerada una de su mejores y más completas novelas . El argumento se desarrolla en torno a un polémico juicio, Jardyce contra Jardyce, que se prolonga a lo largo de los años arruinando la herencia motivo del litigio y pasando de padres a hijos sin que exista un veridicto. La trama arranca en el momento en que el personaje principal, Esther Summerson, una muchacha huérfana que desconoce sus orígenes, se traslada como acompañante de de otros dos huérfanos, Ada y Richard, a casa del bondadoso señor Jardyce. Todos ellos están relacionados de un modo u otro con el desdichado pleito, y no podrán impedir que influya en sus vidas –desde el principio de la novela, la Cancillería planea como un designio oscuro sobre la vida de los protagonistas y se cuenta como desde los inicios el juicio ha corrompido a todo aquel que se ha visto involucrado en él-
Hay que decir que “Casa Desolada es, básicamente, un folletín, y de los más lacrimógenos; pero eso sí, un folletín magistral. A lo largo de sus más de 1.000 páginas ocurre prácticamente de todo: amores melodramáticos, aventura, crimen, suicidio, secretos familiares que salen a la luz, bodas, funerales etc. La ironía y el humor, desde luego, están presentes, pero quizás lo más destacable de la obra sea su fuerte crítica a la hipocresía de la sociedad, bien sea a través del absurdo jucio y del Tribunal de Cancillería como por medio de su personificación –el señor Skimpole, la familia Smallweed, la señora Jellyby etc-. Los personajes son inumerables y variopintos, pero todos ellos sin excepción están debidamente perfilados y la mayoría, hasta los secundarios –y quizás sobretodo estos, que en Dickens suelen ser excepcionales- poseen riqueza, complejidad e incluso evolucionan con los acontecimientos –por ejemplo, el detective Bucket, sir Leicester Dedlock, o mi favorita, Caddy Jellyby-. Pero lo que realmente encuentro soberbio es el desarrollo mismo de la trama: a pesar de que combina multitud de historias a la vez, que crea subtramas muy complejas que deberán confluir en la resolución final -como toda buena novela de misterio- que los intereses e inquietudes de los personajes son múltiples y dispares, la acción avanza con agilidad y sin perder el interés, los diálogos son ricos y las descripciones en algunos momentos llegan a ser casi cinematográficas. La narración en primera persona, detallada e intimista de Esther Summerson –que a pesar de ser la protagonista llega a resultar insufrible (al menos para mí)- se combina hábilmente con otros capítulos en los que toma la palabra un narrador omnisciente y que corresponden tanto a los momentos de mayor comicidad y ironía como a los más dramáticos.
Para terminar, secundaré humildemente la recomendación de Nabokov: Todo lo que tenéis que hacer al leer "Casa desolada" es relajaros y dejar que sea vuestra espina dorsal la que domine.