“Dorian Gray” (2009) aquí traducida como “El retrato de Dorian Gray”, era una película sobre la que no tenía muy altas expectativas, sobre todo después de leer algunas críticas aparecidas en la Red. Sin embargo, tampoco esperaba que el resultado final fuera tan pobre, siendo Oliver Parker un director que ya había adaptado a Wilde en dos ocasiones: con “La importancia de llamarse Ernesto” (2002), en la que también contaba con la presencia de Colin Firth, y “Un marido ideal” (1999).
Y la decepción ha sido grande porque, fundamentalmente, el film no aporta nada; no digo ya nada nuevo, o nada diferente, o mejor que la estupenda versión de Albert Lewin de 1945 (con George Sanders en el papel de Henry Wotton, y Ángela Lansbury como Sibyl Vane), sino nada en absoluto, como no sea una estética visual tan exquisita como vacía.
Vayamos por partes. La cosa empieza mal: en los primeros minutos ventilan, brevemente y de manera confusa, una de las claves de la historia (no desvelo nada si digo que se trata de un crimen) para luego remontarse un año antes, donde se nos presenta a un Dorian Gray, más palurdo que ingenuo, y al resto de personajes de la misma forma rápida, esquemática y carente de gracia que la primera escena. Hasta aquí, uno puede pensar que arrancar un argumento tan conocido como este es complicado, y otorga al film el beneficio de la duda; sin saber que lo que viene a continuación es mucho peor.
La historia avanza a trompicones, tanto en el contenido como en el desarrollo de los hechos. Temas importantes del relato de Wilde como el narcisismo del protagonista, el culto a la belleza o la juventud eterna, aparecen, pero son tratados con superficialidad o simplificados de manera sonrojante (como, por ejemplo, el motivo por el que Dorian deja de amar a Sibyl, sustituido en la película por un estúpido temor a las responsabilidades familiares; o las poco estimulantes conversaciones sobre el alma y la bondad con Lord Henry Wotton) El engranaje de la trama tampoco sale mejor parado: desde el poco creíble proceso de corrupción de Dorian, pasando por la impunidad del crimen (absurdamente justificada por la torpeza de la policía) o la inverosímil acogida de la eterna juventud del protagonista, hasta el imposible romance con la hija de Henry Wotton y la extraña redención final. Todo ello aderezado con numerosas ( muy numerosas) escenas de erotismo de videoclip, rodadas a cámara lenta.
Los actores tampoco brillan demasiado como para salvar el asunto (como sucede en “Sherlock Holmes”, de Guy Ritchie). Las protagonistas femeninas no tienen ni tiempo ni papel para poder hacer nada más que estar, igual que los secundarios; a Ben Barnes (como Dorian Gray) le ocurre lo contrario: no lo hace mal, pero me parece que lleva mucho el peso de la historia, y resulta deslavazado. El mayor fiasco, a mi juicio, es Colin Firth como Lord Henry Wotton: parece estar encorsetado en el personaje, no se le ve suelto y sus frases, sobrecargadas de ingenio Wildeano, no le ayudan en absoluto. El mayor acierto -también en mi opinión- sería Ben Chaplin como Basil Hallward: su papel es el más humano, quizás el más profundo, y nos regala la única escena de verdadera tensión sexual de toda la película (el beso que le da Dorian, y que después vendrá a ser estropeado, una vez más, por la obviedad)
La película no llega a aburrir: visualmente, hay escenas verdaderamente bien hechas. Pero todo es tan poco sutil, está repetido tantas veces, o mostrado con tanta simplicidad (no sea que el espectador no se entere de lo que se quiere contar), que en ocasiones ese factor entretenimiento llega a verse mermado. Ni siquiera la ambientación (aunque esto quizás se deba a la odiosa comparación con las series de la BBC) está plenamente conseguida, y los trajes, las casas, las calles, la época: todo aparece falso, vacío, superficial. Al final, uno diría que el film se ahoga en su propia expresión de la banalidad y se vuelve precisamente eso: una celebración en imágenes de la vacuidad.
Aquí, el tráiler de la versión de Oliver Parker (2009)
Aquí, el correspondiente a la película de Albert Lewin (1945)
2 comentarios:
La verdad es que salí bastante decepcionada del cine. No esperaba ver una gran maravilla, pero aún con esas, pensé que sería algo más.
Menos mal que la vi por internet subtitulada cuando la estrenaron, porque no sabía que llegaría aquí.
Gracias por recomendar la de 1945, desconocida para mí.
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