Jonathan Strange y el señor Norrell es una de esas raras lecturas que logran transmitir la sensación de "verdadera magia" -por llamarlo de algún modo-, al mismo tiempo que crean un un universo propio verosímil y fascinante.
La historia arranca en Inglaterra, a principios del siglo XIX, pero en una realidad ligeramente alternativa. En el pasado de dicha realidad existía la magia como algo tangible y cotidiano, e incluso el mundo de las Hadas estaba en contacto con el de los hombres - la "Tierra de Duendes"-. Las hazañas del Rey Cuervo, el mago más grande de todos los tiempos, perduran en la memoria y las leyendas, pero en la actualidad la magia ha desaparecido y los llamados "magos" no pasan de ser meros eruditos un tanto patéticos. Todo cambiará con la llegada del señor Norrell, un repelente personaje de York que es capaz de hacer verdadera magia y cuya fama se extenderá rápidamente, obligándole a viajar a Londres para ponerse al servicio de la Corona en la guerra contra Francia. Allí conocerá al joven Jonathan Strange, que se revelará también como un auténtico mago y a quien Norrell tomará como aprendiz...
Resulta difícil hablar de esta novela sin que parezca que se exageran los elogios, pero se trata de uno de esos casos en que la trama, trazada de manera minuciosa, está a la altura del exquisito estilo y del universo fantástico creado alrededor. Un estilo fresco, una historia original y un universo mágico, que no pueden evitar la obligada referencia a grandes autores: la maestría narrativa de Dickens, el fino humor de Jane Austen y la mágica creatividad de Tolkien. Las más de 800 páginas -sí, es un libraco- están aderezadas de múltiples anotaciones al pie que explican y se extienden en distintas historias referidas a magos de la antiguedad, leyendas de Tierra de Duendes, referencias a libros imaginarios, anécdotas, etc. Sin embargo, lo que podría parecer un añadido molesto o redundante, constituye una de las virtudes más interesantes de esta novela: nos sumerge en esa Inglaterra alternativa, la convierte en real al tiempo que extiende la historia más allá de los personajes: nos acerca a la Magia y nos impregna de Magia.
Así, la lectura transcurre con un ritmo pausado, recreado, necesario para recorrer los diez años de aventura que se cuentan con pulcro detalle, ahondando en las pequeñas tribulaciones de los personajes. Susanna Clarke dota de tridimensionalidad, no solo a los dos magos protagonistas, sino a todos los estupendos secundarios: la encantadora Arabella Strange, el singular Stephen Black, el misterioso Vinculus, la infortunada Lady Pole, o los personajes históricos que desfilan por la trama, como Jorge III, Lord Byron, Wellington. Porque al final, a partir de su propio universo imaginado, y gracias también a una cuidada ambientación, acabaremos creyendo que esa es la Inglaterra decimonónica real: olvidaremos la verdadera batalla de Waterloo, olvidaremos la Edad Media, Londres, España, y los sustituiremos por este fantástico Universo en el que los caminos más inesperados pueden conducirte a Tierra de Duendes. El amor, los triunfos, fracasos, esperanzas, hechizos, temores y desencuentros de los personajes se convierten en reales, asombrosa y fascinantemente reales. Y hay que ser un Aunténtico Mago para conseguir todo esto.
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PD: En 2005 ganó los premios literarios Hugo y World fantasy a la mejor novela fantástica.